Blog Créate

Aunque tengas miedo…¡hazlo!

junio 28, 2016 Sin categoría 0 comentarios

Aunque tengas miedo…¡hazlo!

En un país lejano había un lugar casi desértico donde apenas llovía. Sus habitantes pasaban hambre y escasez. Separado solamente por un precipicio insondable había un lugar paradisiaco en donde crecían todo tipo de frutas y alimentos. Nuestro protagonista se acercaba al precipicio y lo recorría de arriba abajo mirando hacia el horizonte con envidia. Un buen día llegó a un sitio donde el precipicio se estrechaba y pensó que podía saltarlo si se entrenaba.

Se entrenó durante mucho tiempo, hasta que llegó a la conclusión de que ya saltaba una distancia mayor que la dimensión del precipicio en aquel lugar. Un buen día, intentó el salto, pero cuando llegó al borde se paró asustado. Su corazón latía de forma tremenda y el estómago se le subía a la garganta, pensaba que había estado a punto de matarse. Siguió entrenando y, de vez en cuando, lo intentaba de nuevo. Siempre le ocurría lo mismo. Pensó que lo que le pasaba es que no tenía ni seguridad ni confianza suficientes para poder saltar y, desesperado, pensaba y pensaba cómo podría conseguirla. Mientras, su autoestima se iba deteriorando rápidamente.

Un día estaba sentado, deprimido, mirando al precipicio, cuando vio llegar corriendo a un paisano que saltaba limpiamente al otro lado. Se quedó con la boca abierta. Al cabo de un rato apareció con un saco de comida al hombro y, saltando en dirección contraria el precipicio, pasó al lado de nuestro protagonista, quien no pudo menos que preguntarle donde se adquiría la seguridad, confianza y autoestima que le permitían saltar de esa forma el precipicio. El paisano le contestó:

“Hace un año yo estaba como tú mirando a este precipicio imponente y no me atrevía a saltarlo. Pero llegó un momento en que me di cuenta de que o saltaba o mi hijo moriría de hambre. Me lancé hacia la otra orilla dispuesto a morir si fuera necesario y casi, casi me mato. Me agarré al otro lado con la punta de los dedos, viendo el abismo que me llamaba. Pude subir al otro lado, cogí mucha fruta y volví. La vuelta es más sencilla, porque el borde de allí está más alto que este. Cuando vi que de nuevo mi hijo sufría por el hambre, volví al precipicio. Esta vez estuve aún más cerca de la muerte; pero también logré saltarlo. Así, fui haciéndolo muchas veces y ahora ya no pienso en lo que me puede pasar si fallo, salto y ya está”.

Nuestro protagonista, animado por lo que había oído, se lanzó a saltar. El miedo le atenazaba y casi se mata, pero logró cogerse a una piedra que salía en la pared y, subiendo, llegar al otro lado. Cogió la comida y comprobó que, efectivamente, la vuelta era más sencilla. Cuando llegó a su casa, la alegría de todos fue tan grande que al poco tiempo se animó a saltar de nuevo. Le salió algo mejor, pero con el mismo miedo que antes. También fue recibido con grandes muestras de alegría. Cada vez que era necesario, saltaba el precipicio y no dejaba de entrenarse.

Al cabo de un año, un día que iba a saltar se encontró con un hombre que le miraba asombrado y le preguntó que dónde había conseguido la confianza, la seguridad y la autoestima que le permitían saltar de esa forma al otro lado.

Leave a Comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *