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¿Qué he hecho yo para merecer esto?

junio 3, 2016 Sin categoría 1 comentario

¿Qué he hecho yo para merecer esto?

Con frecuencia se niega o se quita importancia a la violencia psicológica en las relaciones de pareja, otras veces damos explicaciones simplistas convirtiendo a la víctima en responsable de las agresiones (será que es masoquista, es que le hace perder los nervios…). Dar este tipo de explicaciones hace que se niegue la fase de dominio que tiene lugar en este tipo de violencia y que hace que la persona que lo sufre se paralice y no pueda defenderse además de negar la violencia de las agresiones del que la ejerce y las secuelas psicológicas del acoso en la víctima.

En muchas ocasiones las propias víctimas no llegan a la consulta verbalizando que su pareja ejerza algún tipo de violencia sobre ella y menos aún que esta violencia sea psicológica. Normalmente su demanda gira en torno a un estado de ánimo deprimido, a cambios bruscos de humor, a crisis agudas de ansiedad e incluso en algunos casos a “intentos fallidos de suicidio” o como muchas personas se refieren a ellos como simples “llamadas de atención”. En otras entradas abordaremos este tema ya que por desgracia se ha convertido en la primera causa de muerte no natural en nuestro país, por delante de los accidentes de tráfico.

El dominio lo establece una persona que pretende paralizar a su pareja poniéndola en una situación de confusión y de incertidumbre y que se llega a él por un exceso de tolerancia por parte de la persona agredida. Muchas veces esta tolerancia se origina en las propias creencias sobre la lealtad familiar que mantiene esa persona, por ejemplo, en aceptar un papel reparador de cualquier conflicto que se produzca y adoptar una actitud de sacrificio por la familia y en otras muchas ocasiones por creencias irracionales acerca del amor y de la pareja que son reforzadas por la socialización de género (debo anteponer mis deseos y necesidades a las de mi pareja, debo mantener a la familia unida, debo cuidar de todos, lograré que con el tiempo cambie a mejor, debo hacer lo que me pida aunque no me apetezca, debo complacerle sexualmente en todo lo que me pida para que no lo busque fuera…).En fin, todo aquello que muchas mujeres siguen haciendo en nombre del AMOR que nunca han tenido la oportunidad de conocer y que siguen creyendo que es lo que las mantiene “atadas” a una pareja en muchas ocasiones “perversa”.

Pero esa perversión no se demuestra en público. Ya se cuidan mucho de seguir aparentando lo que no son, precisamente para poder seguir agrediendo. Si los demás lo vieran claramente podrían poner en alerta a la pareja y el chollo se les acabaría. La violencia que ejercen es mucho más sutil, no deja rastro y los que la perciben suelen pensar que son problemas típicos de pareja, o de una relación entre dos personas muy apasionadas, cuando en realidad son acciones violentas de destrucción moral e incluso física.

Se trata de una violencia indirecta que se ejerce fundamentalmente a través de las faltas de respeto. Son heridas en el amor propio que no cesan, pero como tampoco creemos que sean graves simplemente no se habla de ellas. Además, tampoco creemos que lo haga intencionadamente, posiblemente sea fruto de su carácter difícil o de un mal día…de muchos malos días.

La violencia psicológica, aun cuando trate de ocultarse, transpira a través de las miradas, de las insinuaciones, de lo que se dice “sin decir”, de lo que se silencia llegando a crear situaciones de verdadera angustia que en la consulta nos describen como “entro en casa y me ahogo”, “noto una presión en el pecho que no me deja respirar”, “cuando llega a casa me pongo a temblar y me siento mucho más torpe”, “procuro irme a la cama antes que él para que cuando llegue me vea dormida y no me exija tener relaciones sexuales con él aunque sé que al día siguiente eso también me pasará factura en forma de comentarios no demasiado fuertes pero sí incesantes, martilleantes…”.

Es precisamente esta manera insidiosa de ejercer la violencia psicológica lo que hace que se instaure sin darnos cuenta, porque realmente si esta se ejerciera de repente y de manera brusca reaccionaríamos contra ella, pero al ejercerse de manera progresiva anula nuestras defensas y cualquier tipo de reacción contra ella.

De esta manera, unos días mejor, otros peor, nuestra mente sigue buscando explicaciones a esos comentarios ofensivos y por supuesto encontrando justificaciones que nos permitan “sobrevivir” en esa relación durante semanas, meses, años…Hay quien nunca llega a tomar conciencia de esta violencia y muere creyendo que su sufrimiento ha sido en nombre del AMOR, del amor que en un principio sintieron y que con el tiempo, cuando deja de ser alimentado, muere. Pero de esta muerte tampoco se toma conciencia si no se sale parcialmente de la fase de dominio y se empieza a comprender la manipulación de la que ha sido objeto.

¿Qué he hecho yo para merecer esto? Precisamente, intentar contestar a esta pregunta es una trampa que nos mantiene «acorralados» en una relación perversa. Hay preguntas que no tienen respuestas…al igual que hay acciones que no tienen justificación.

1 Comment

  1. Muy interesantes estas reflexiones, como siempre. Esperemos que vayan calando en esta sociedad tan despreocupada
    por este tema . Un saludo y gracias.

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