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«Yo sólo disfruto haciendo feliz a la gente que quiero»

enero 13, 2017 Sin categoría 0 comentarios

cansada

Yo sólo me siento bien si los que me rodean también se encuentran bien” o “yo sólo disfruto haciendo feliz a la gente que quiero”.

Estas frases son las más pronunciadas por la mayoría de las mujeres con las que trabajo. Entran dentro de un perfil de “entrega en cuerpo y alma”; mujeres dedicadas a sus hijos y a su pareja, que cuidan de sus padres, que también han ocupado el rol de madre de sus hermanos, en definitiva, mujeres que carecen de un proyecto de vida propio.

Sí que es cierto que la entrega de una madre o un padre por sus hijos es totalmente natural, sana y necesaria. Es normal que una madre o un padre se entreguen a sus hijos y esa entrega se produzca de manera natural y necesaria. Estamos dispuestos a hacer muchas cosas por ellos. Pero que las hagamos no quiere decir que neguemos nuestra propia existencia o que sintamos que no somos nada sin ellos de manera que sólo encontramos sentido a nuestra vida viviendo la de ellos.

Y este es el GRAN ERROR y lo que convierte la vida de muchas de estas mujeres en un vacío absoluto o en un fracaso vital. Mujeres que han olvidado quiénes son, cuáles son sus necesidades, que no se acuerdan de cuándo fue la última vez que disfrutaron de algo porque ya no sienten placer por nada, que son esclavas de los “deberías” y que apenas si se reconocen cuando se miran a un espejo.

La creencia que mantiene esta manera de conducirse por la vida es que “hay que dar todo y no es importante recibir”. Cuando transitamos por la vida de esta manera, en lugar de sentirnos satisfechas con nuestra vida y crear un clima de seguridad con la gente que nos rodea, los hacemos dependientes, egoístas y tiranos y acabamos enfermando en muchas ocasiones, lo que hace que al final ellos tengan que cuidar de nosotras.

Lo ideal es que, en cualquier grupo de personas, cada uno sea capaz de cuidar de sí mismo dentro de sus posibilidades (su edad, sus circunstancias…), de esta forma habría espacio para una adecuada interacción y ayuda en momentos puntuales.

Cuando ayudamos a los demás sin tener en cuenta nuestras necesidades, la ayuda se convierte en obligación, esfuerzo, sentimientos de culpa si no lo hacemos, rabia y desafección. Así en lugar de actuar desde el cariño, una se siente esclava de la situación y siente que no tiene vida propia.

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